Los accidentes de tráfico pueden originar consecuencias no sólo físicas, sino también psicológicas. Son daños que a priori son difíciles de demostrar, al no dejar una huella visible, y por tanto tendrá que llevarse a cabo diversas pruebas para descubrir el daño psicológico producido después de un accidente.
Este tipo de secuelas quedan contemplados en La ley 30/95 que se configura dentro de lo que se conoce como daños morales y las personas que lo sufren tendrán que demostrarlo.
Secuelas Psicológicas
Un accidente de tráfico es inmediato e inesperado, lo que suele dificultar su aceptación, y las secuelas psicológicas que deja suelen ser graves. El apoyo familiar y social ayuda a superar una situación cuyos síntomas deterioran la actividad diaria.
Como consecuencia de un accidente de tráfico alguno de los signos externos – secuelas que pueden surgir en la víctima son:
- Irritabilidad
- Depresión
- Miedo
- Ansiedad
- Sensación de indefensión
- Problemas de sueño
- Dolores de cabeza
- Fobias
- Taquicardia
Estos síntomas según el grado del accidente pueden persistir en la victima semanas, meses.
Indemnizaciones
Las indemnizaciones, en este caso, son bastantes complejas. Para que pueda demostrarse se necesita la acreditación y el informe de un médico forense que este adscrito al juzgado donde se esté instruyendo el accidente de tráfico, los objetive y los considera como secuelas del siniestro.
El afectado tiene que presentar informes relevantes y concluyentes de psicólogos profesionales que hayan tratado el caso y éstos determinen los síntomas que demuestran que el accidente es la causa principal de tales daños, y de esa manera los funcionarios de la justicia lo considerarán efectivo.
Por otra parte, los psicólogos no deben sólo identificar el daño, sino también medirlo, valorando el porcentaje de deterioro en la salud psíquica del siniestrado en la que se deben llevar a cabo riguroso controles de simulación para excluir cualquier sospecha de engaño.
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